Las primeras pelotas de rugby fueron confeccionadas por una familia de
artesanos en Rugby de apellido Gilbert (fabricaba zapatos para la escuela),
usando una vejiga de cerdo y cuero de vaca. William Gilbert cortaba el cuero en
cuatro piezas, las cosía y luego las dejaba secar. Así se fabricaba la
envoltura en la que se introducía la vejiga de cerdo (eso le permitía adquirir
la original forma ovoide) y luego se le insuflaba el aire soplando 'a pulmón' a
través de una boquilla de pipa. Para finalizar, se cerraba el orificio de la
envoltura con un cordón de tiento dando lugar a un balón no del todo redondo ni
del todo puntiagudo por tanto está claro que aún el balón no había alcanzado
aún su forma definitiva actual.
Hacia el año 1860, el químico británico Charles Hanson Greville Williams
descubrió que el caucho natural era un polímero del monómero isopreno y hacia
1870, el caucho reemplazó definitivamente a la vejiga. Para esa misma época
Richard Lindon, otro artesano de Rugby, había fabricado la primer cámara de
caucho inflable que se utilizó en una pelota de rugby. En un primer momento
estas pelotas se revelaron menos resistente que las Gilbert, pero entonces la
invención de Lindon fue mejorada por la firma Mac Intosh & Co, con gran
suceso.
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